La
prevalencia de patologías digestivas es elevada entre la población y va en
aumento.
Hablamos
de enfermedades como gastritis, reflujo gastroesofágico, úlcera gastroduodenal,
dispepsia, hernia de hiato, estreñimiento, diarrea, gases, colon irritable,
enfermedad celiaca, intolerancia a la lactosa, Crohn y colitis ulcerosa.
Pero
antes de nada, hagamos un breve repaso del aparato digestivo, en concreto de
sus componentes y función:
Desde
la boca hasta
el ano, el tubo digestivo mide unos once metros de longitud.
En
la boca ya
empieza propiamente la digestión. Los dientes trituran
los alimentos y las secreciones de las glándulas salivales los humedecen e
inician su descomposición química.
Luego,
en la deglución, el bolo alimenticio cruza la faringe, sigue por
el esófago y
llega al estómago, una bolsa muscular de litro y medio de
capacidad, cuya mucosa secreta el potente jugo gástrico, en el estómago, el alimento es agitado hasta convertirse en una
papilla llamada quimo.
A
la salida del estómago, el tubo digestivo se prolonga con el intestino delgado, de unos siete metros de largo, aunque muy
replegado sobre sí mismo. En su primera porción o duodeno recibe secreciones de
las glándulas intestinales, la bilis y los jugos del páncreas. Todas estas
secreciones contienen una gran cantidad de enzimas que degradan los alimentos y los
transforman en sustancias solubles simples.
El
tubo digestivo continúa por el intestino grueso, de algo mas de metro y medio de longitud. Su
porción final es el recto, que termina en el ano, por donde se evacuan al
exterior los restos indigeribles de los alimentos.
A
continuación veremos en una tabla, el origen de las enfermedades intestinales más
frecuentes, y daremos algunas pinceladas sobre su tratamiento dietético.
FUENTES:
Dietoterapia,
Krause
Nutriguía, Ana
M. Requejo y Rosa M. Ortega
http://www.juntadeandalucia.es/index.html