AUTORA - RAQUEL LEÓN LARIOS
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética.
Licenciada en Ciencia y Tecnología de los alimentos.
Cada
día más presentes en las tiendas y supermercados, los alimentos denominados ecológicos son desde hace relativamente
poco tiempo la revolución en la alimentación. Pero ¿sabemos qué son y que los
diferencian del resto de alimentos? ¿son más sanos y más respetuosos con el
medio ambiente?
Vamos
a tratar muy por encima este tema tan en auge, en el que cada día se hacen
nuevas afirmaciones. Lo primero, ¿por qué a ciertos alimentos se les denomina
ecológicos?
Según
el reglamento de la Unión Europea no 2092/91,
la producción ecológica es un sistema general de gestión agrícola y producción
de alimentos que combina las mejores
prácticas ambientales, un elevado nivel de biodiversidad, la preservación
de recursos naturales, la aplicación de
normas exigentes sobre bienestar animal y una producción conforme a las
preferencias de determinados consumidores por productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales.
Este
tipo de producción se basa en el uso
de fertilizantes naturales (estiércol), la prohibición del uso de variedades de
plantas y de animales modificados
genéticamente, no se permite el uso de agentes químicos sintéticos y se
cultivan variedades de plantas que son más adecuadas y resistentes al medio
donde van a desarrollarse; y en cuanto a ganadería se refiere se tiene en
consideración buenas prácticas sobre el bienestar animal, permitiendo, por
ejemplo, el acceso a zonas al aire libre y se cuida la alimentación para un
desarrollo óptimo y saludable de los animales.
En
cuanto al procesado y distribución,
se pone de manifiesto el elevado gasto energético de la producción tradicional
industrializada e intensiva de los alimentos y los problemas de contaminación
ambiental, de forma que el objetivo de la producción ecológica es la
optimización del uso de los recursos en el procesamiento
y distribución.
Se
dice que el gusto, el aspecto o el valor
nutricional mejora en este tipo de alimentos.
Por
ejemplo, se ha publicado que las patatas cultivadas mediante procesos
ecológicos contienen más vitamina C respecto a las de cultivo tradicional; o
que las frutas y verduras contienen más polifenoles, e incluso que algunos
vinos procedentes de viticultura ecológica contienen más resveratrol que en
aquellos vinos producidos convencionalmente.
Si
bien se enuncian todas las bondades de este tipo de alimentos, existe también
la otra cara de la moneda.
En
contrapunto a lo natural, todo
aquello producido mediante procesos sintéticos no tiene porque ser dañino para la
salud. Para empezar, muchos de los alimentos que consumimos no se deberían
denominar naturales, ya que hay variedades de frutas y hortalizas que
consumimos hoy en día que provienen de la domesticación de las variedades
originales, y dependen de que el ser humano las siga cultivando para su existencia.
Un
ejemplo es el trigo que consumimos hoy, que no es el mismo que el silvestre, el
cual se fue cruzando con otras variedades, y con ello modificando su perfil
genético, para adecuarlo a un tipo de trigo más adecuado para su cultivo y con
mejores características para su procesamiento y consumo.
De este hecho hace ya
miles de años, ya que los propios egipcios fueron los responsables del cultivo
del trigo que tenemos hoy en día.
Otro
aspecto es que los alimentos en los cuales se usan aditivos alimentarios permitidos por la legislación vigente son
sometidos a controles de calidad y de dosis máximas permitidas para poder
asegurar que su consumo no dañe nuestra
salud.
Si
bien es cierto que han aparecido estudios que relacionan el consumo de
determinados aditivos y una mayor probabilidad de padecer algún tipo de cáncer,
pero casi siempre es debido al consumo de elevadas cantidades. Incluso, en los
propios alimentos existen sustancias peligrosas para la salud, como por
ejemplo, el ácido cianhídrico, presente en la almendra marga, la mandioca o el
sorgo.
Y si
hacemos mención a la calidad nutricional y sensorial de los alimentos
convencionales también existe diferencia de opiniones. Hay frutas y verduras
que se nos hacen insípidas al gusto o menos vistosas, pero es cierto que es
relativamente fácil encontrar en casi cualquier época del año variedades
impropias de las fechas en la que los compramos. ¿Quién no ha comprado en
alguna ocasión tomates que apenas si nos saben a nada? Nos gustaría tener
tomates en la tienda al poco tiempo de recolectarse, y si son de producción
ecológica mejor, pero es que hasta los de producción ecológica, que se supone
son los que recibiríamos de la huerta donde todo es natural, como se hacía
antiguamente, son recolectados sin madurar para que durante el transporte hasta
los puntos de almacenamiento y venta vayan madurando y no se echen a perder, lo
que hace que ya no sepan igual que recogidos maduros. Y la legislación sobre
productos ecológicos así lo modificó en su día para permitir recolectar antes
del punto óptimo de maduración.
Si
decimos que los alimentos de producción ecológica son más sanos también
entramos en debate ya que se ha investigado y comparado los valores
nutricionales de estos alimentos frente a los de producción convencional, concluyendo
que no existe evidencia científica para decir que los alimentos ecológicos sean
más sanos.
¿Y
qué pasa con el medio ambiente? Se
requieren mayores extensiones de terreno para obtener el mismo rendimiento que
en cultivos tradicionales, lo que no es nada positivo para los bosques y
espacios naturales, aunque sí es cierto que su tasa de contribución a la contaminación
ambiental es menor, y el consumo energético en teoría también lo es, aunque se
ha observado en algunos casos prácticos que en las producciones ganaderas, en
cambio, las emisiones de CO2 han sido superiores a las de las explotaciones
convencionales.
El
uso de fertilizantes y materia orgánica para enriquecer los suelos cultivados mejora
la textura, la capacidad de retención de agua y de nutrientes.
Entonces,
los alimentos de producción ecológica, ¿son tan beneficiosos en general como
nos quieren hacer creer? o ¿los alimentos de producción convencional son tan
dañinos?
Lo
que hay que tener presente es que dada la población mundial, mediante la
producción ecológica, que tiene un rendimiento bastante inferior, no habría alimentos
para todos. A parte, el precio de los productos ecológicos es más elevado que
el de los convencionales, lo cual hace que tampoco todo el mundo se los pueda
permitir. Una opción sería la disminución de consumo de carne, lo que
disminuiría los cultivos destinados a producir piensos y alimentos para el
ganado, menos emisión de CO2 y así también se podría reducir el número de
explotaciones ganaderas de dudosa ética hacia las buenas políticas sobre
bienestar animal.
Fuentes
bibibliográficas
- REGLAMENTO (CE) NO 834/2007 DEL CONSEJO de
28 de junio de 2007 sobre producción y etiquetado de los
productos ecológicos y por el que se deroga el Reglamento (CEE) no 2092/91
- Web de la Junta de Andalucía. Ministerio de agricultura y
pesca. Producción ecológica.
- Web de Consumoastur. Documento sobre Alimentos biológicos.
- “Los productos naturales ¡Vaya timo!” J.M. Mulet. Laetoli
bolsillo.