lunes, 15 de julio de 2013

Cuando el comer se convierte en un problema






AUTORA Cristina Martínez Bernal
Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca.
Especialista en Máster de terapia familiar y de pareja por la Universidad de Salamanca.
Número de colegiada: CL-03654



Una de las características de ciertos alimentos que nos pueden dar problemas es su condición de potente reforzador, y esto ¿qué significa?, se considera reforzador debido a las sensaciones placenteras y de disfrute que otorga su consumo. Hablo de que ciertos tipos de alimentos son más reforzadores que otros, si pensamos en qué comeríamos a la hora de darnos un atracón seguro que no sería apio, más bien productos dulces y/o con alto contenido en grasas ya que son los que nos pueden parecer más gustosos. Podemos preguntarnos por qué es un problema que estos alimentos funcionen como reforzadores y por tanto crearnos problemas, esto es debido a dos efectos principales:
  • Su ingesta produce una satisfacción inmediata, piénsalo el mero hecho de tener un bombón en la boca, si te gusta el dulce, o comer un gran chuletón nos otorga unas altas dosis de disfrute.
  • Comer también puede ser utilizado para reducir estimulación aversiva, es decir para eliminar o disminuir sentimientos y sensaciones que producen malestar. 


Este último punto es la base del trastorno por atracón (ingesta compulsiva de grandes dosis de alimentos en un tiempo reducido que se da de forma recurrente), pero no hace falta llegar a extremos. 

Todos hemos visto las típicas películas americanas en las que una persona que sufre mal de amores se agarra a un cubo de helado…Seguro que muchos hemos experimentado esa sensación, en la que la comida después de un mal día parece que nos alivia. Y para nuestro perjuicio esto es así y días malos hay muchos. El alivio con la ingesta viene a través de un mecanismo muy sencillo, mientras una persona está dándose un banquete no piensa en otra cosa, aquello que ha propiciado encontrarnos con el cubo de helado entre las manos pasa a un segundo plano. Además está comprobado que la deglución es incompatible con la ansiedad, sino comprobadlo vosotros mismos en esta situación: nos disponemos a hablar delante de un gran público, parece que la garganta se cierra, no deja entrar ni salir el aire. Prueba a beber pequeños sorbitos de agua. Cuando deglutimos le enviamos a nuestro cerebro el mensaje de que no existe peligro y puede disminuir su alerta favoreciendo que estemos más tranquilos.


Entendiendo los factores anteriores podremos deducir fácilmente que se dan todas las condiciones para favorecer la aparición de una adicción a la comida. Por lo general no se suele utilizar este término para describir la relación de una persona con la alimentación. Para empezar nos encontramos con un problema y es que el objeto de consumo es una sustancia permitida, tolerada, incluso incentivada por las empresas de alimentación, por lo tanto, nos solemos referir a la persona que consume comida en exceso como glotona, con sobrepeso, que le gusta comer…pero generalmente no se ve como un gran problema ni como a un “adicto”. Ni que decir cabe que otro punto añadido a la complicación reside en que comer es indispensable para vivir, sin embargo la diferencia entre lo saludable y lo dañino está en el grado.


Sin duda la adicción a cualquier sustancia se da porque la persona gestiona de forma incorrecta sus emociones (acordaos del mal de amores) y utiliza una mala estrategia de resolución de problemas (el helado) así la comida sirve como vía de escape, de evasión y evitación de lo que nos produce el conflicto. Aquí reside lo peligroso de la adicción, creando una pauta (que se repite en el tiempo) dañina para la persona a la hora de tener que enfrentarse a las dificultades que puede perjudicar seriamente la salud, tanto física como mental (si no enfrentas de forma efectiva los problemas pueden surgir sentimientos de indefensión, incapacidad, tristeza que de algún modo influirán negativamente en tu autoestima).



Si tenemos claro que se puede estar “enganchado” a la comida utilizaremos estrategias similares para salir de esa dependencia:

  • En primer lugar hemos de establecer si la motivación de cortar con la adicción es intrínseca o extrínseca, es decir, si los motivos son de la propia persona o si vienen de fuera. Para tener éxito la motivación debería ser personal, que las razones surjan del propio individuo (por salud, autocuidado, por vernos más guapos…), si los motivos no se viven como propios, sino que son impuestos (recomendaciones, imagen para los demás…) es más fácil que se de una recaída. Si se hace porque así se ha decidido y no es una obligación marcada desde fuera va a propiciar mantener los cambios y en lo momento difíciles la persona podrá apoyarse en el recuerdo de esos motivos para no caer de nuevo.
  • Fijar un plan de ataque y prevención de recaídas: sirve escribir y tener muy claro qué se va a hacer en una situación de riesgo (posible atracón), qué me voy a decir en ese instante, cuándo puede suceder, qué alternativas tengo…con el fin de anticiparse.
  • Aprender a distinguir los sentimientos, ¿qué me pasa ahora, por qué tengo necesidad de comer, tengo hambre o es otra cosa, cuáles son mis sentimientos ahora, qué me rodea, cómo intenta mi cuerpo comunicarse conmigo?
  • Cambio de perspectivas, de visión de la vida. No utilizar la comida como forma de evasión requiere un cambio de mentalidad, pensar que es algo que se va a dejar de hacer de forma puntual pero que siempre esta ahí presente para poder utilizar este medio de alivio propicia las recaídas. Por eso hay que estar mentalizado a “dejarlo”.



Todos sabemos que es complicado dejar un hábito y más cuando se trata de una dependencia, por eso hay personas que inicialmente necesitan el acompañamiento de un especialista que les apoye en el proceso de cambio.




Bibliografía
  • Nathan, P.E.; Gorman, J.M.; Salkind, N. J.; (1999) Tratamiento de trastornos mentales. Alianza Editorial. Madrid.
  • Raich, R.M.; (1994) Anorexia y Bulimia: trastornos alimentarios. Pirámide. Madrid.
  • American Psychiatric Association. DSM-IV-TR