Artículo elaborado por: Fátima Breña Casco
Licenciada en Medicina por la Universidad de Salamanca
En los últimos tiempos, y sobre todo debido al aumento del procesado de alimentos, de la contaminación y otros factores que aún no están muy claros, como el posible exceso de “higiene” en los niños, han aumentado el número de alergias e intolerancias en nuestro medio.
Pero es un tema que aún resulta confuso, no es extraño escuchar “soy alérgico al gluten”, “me he intoxicado con leche” y otros comentarios que reflejan el desconocimiento de que los mecanismos que producen las alergias son diferentes de los de las intolerancias. En este post se intenta dejar clara las diferencias entre estos mecanismos a fin de poder reconocerlos y así evitarlos o tratarlos.
ALERGIA ALIMENTARIA: SISTEMA INMUNE
Se define como alergia alimentaria aquella reacción adversa que aparece tras la ingestión de un alimento, mediada por mecanismo inmunitario. Para su aparición se precisan al menos dos exposiciones al alimento. Se producen reacciones adversas de forma inmediata, que normalmente son localizadas. Sin embargo, algunas reacciones alérgicas tardan horas o incluso días en desarrollarse desde el momento de la exposición.
Los síntomas más frecuentes son los mucocutáneos (urticaria, erupciones, picazón, inflamación de labios, cara, boca o garganta (angioedema), eczema) seguidos de los digestivos (vómitos, diarrea, dolor abdominal, cólicos). Más infrecuentes son los síntomas respiratorios como el broncoespasmo (dificultad para respirar) o el shock anafiláctico, que es cuadro grave con riesgo vital en el que se debe administrar adrenalina intramuscular lo más rápido posible.
Aunque se pueden dar reacciones alérgicas a cualquier alimento o componente del mismo, algunas se dan con mayor frecuencia que otras. Los alérgenos alimenticios más comunes son la leche de vaca, los huevos, la soja, el trigo, los crustáceos, las frutas, los cacahuetes y los frutos secos, como las nueces.
Si alguien piensa que puede estar sufriendo una respuesta alérgica a determinadas sustancias alimenticias, lo primero que debe hacer es ir al médico, para asegurarse de que los síntomas no se deben a otra enfermedad y para que éste remita al paciente a un nutricionista o un especialista en alergias.
INTOLERANCIA ALIMENTARIA: DIGESTIÓN Y METABOLISMO
La intolerancia alimentaria afecta al metabolismo, pero no al sistema inmune del cuerpo. La intolerancia alimentaria se da cuando el cuerpo no puede digerir correctamente un alimento o uno de sus componentes y no es necesario haber tenido exposición previa al alimento como en el caso de las alergias.
Cursa con síntomas exclusivamente digestivos (diarrea, náuseas, dolor abdominal, etc...). Las dos causas más comunes de intolerancias alimentarias son la lactosa y el gluten. También existen, aunque en un número muy reducido de personas, intolerancias a diversos aditivos alimentarios como ciertos colorantes.
En el caso de la lactosa, lo que ocurre es que algunas personas tienen déficit en la enzima lactasa, que metaboliza en el intestino delgado la lactosa, ya que esta se va perdiendo paulatinamente tras el fin de la lactancia. Cuando la actividad de la enzima es demasiado baja, la lactosa no se puede digerir, y pasa al intestino grueso, donde es fermentada por las bacterias de la flora intestinal. Esto puede provocar síntomas como flatulencia, dolor y diarrea.
El grado de intolerancia es variable, y algunas personas pueden tomar pequeñas cantidades de lácteos sin experimentar ninguna molestia.
De la otra intolerancia más común, la asociada al gluten o enfermedad celíaca se habla ampliamente en otro post de este blog:
TRATAMIENTO Y MEDIDAS PREVENTIVAS
La única forma de prevenir las reacciones alérgicas en las personas sensibles es eliminar dicho alimento o componente de su dieta o de su entorno. En caso de intolerancia alimentaria, puede ser suficiente limitar el tamaño de las raciones que se consumen del alimento en cuestión, para evitar los síntomas (excepto en el caso del gluten en el que se debe evitar totalmente de por vida). La mejor forma de protegerse es leer la información sobre los ingredientes de las etiquetas, y conocer qué alimentos provocan las alergias o intolerancias.
Se puede pedir la ayuda profesional de un nutricionista titulado para asegurarse de que no se excluyen nutrientes de la dieta cuando se cambian o sustituyen alimentos. También es importante preguntar sobre los ingredientes y métodos culinarios empleados cuando se come fuera de casa, para evitar así los alimentos que causan problemas. Si se cree que una persona está sufriendo una reacción alérgica grave se debe llamar inmediatamente a un médico o una ambulancia o administrar adrenalina intramuscular si está disponible.
Para terminar, decir que hay que desconfiar de dietas de reducción de peso basadas en “test” de intolerancia, ya que no tienen ninguna validez científica y pueden acarrear graves carencias nutricionales, ningún alimento es “bueno” ni “malo” ni “prohibido” (excepto en alergias confirmadas) sino que, como en el resto de cosas en la vida, hay que buscar el equilibrio entre todos los nutrientes.