AUTORA Raquel León || Nutricionista-Dietista
Para
mantener un estado óptimo de salud sabemos que debemos seguir una dieta sana y
equilibrada, practicar de forma regular ejercicio y tener hábitos saludables.
Cuando
decidimos empezar a cuidar nuestra dieta, sobre todo si necesitamos controlar
especialmente nuestro peso, y con ello mejorar nuestra salud, nos olvidamos
muchas veces de la importancia de la práctica de ejercicio.
Con
la práctica de ejercicio se favorece el desarrollo
de la masa magra, es decir, del músculo, y esto es beneficioso, ya que a su
vez disminuye la masa grasa, y aumenta nuestro ritmo metabólico. Esto quiere
decir que cuando estemos en reposo nuestro cuerpo será capaz de consumir más
energía.
Cuando
hacemos ejercicio los hidratos de carbono que nuestro cuerpo es capaz de
almacenar (en forma de glucógeno) disminuye, por lo que se usarán las reservas de grasa como energía. Mejora además la
capacidad cardiovascular y la sensibilidad a la insulina.
Incluso
mejora la sensación de bienestar en
general, ya que se reduce la sensación de ansiedad y el estado anímico también
sufre importantes mejorías. Si el tipo de ejercicio es de resistencia (correr,
nadar, montar en bicicleta…) se relaciona con este tipo de efectos positivos, y
hay que añadir el incremento de la masa
ósea, muy importante en las mujeres.
La
práctica de ejercicio de por si supone un aumento
del gasto energético general, que añadido al que ya se reduce en una dieta
controlada supone una ayuda extra a la pérdida de peso.
Hay
ocasiones en las cuales la práctica de ejercicio no supone una pérdida de peso
a corto plazo, como la que se aprecia con la dieta. Esto se debe a que si bien
la masa grasa disminuye aumenta la magra, y ésta última es más densa que la
grasa, por ello es posible no apreciar bajada de peso.
Pero
si se sigue practicando ejercicio llega un punto en que la masa magra deja de
desarrollarse en proporción a la disminución de la masa grasa, será cuando se
note la reducción de peso. Hay que tener paciencia y tener en cuenta que hay
que esforzarse y ser constante, que
los resultados no por ser rápidos son los mejores.
Otra
cuestión importante es que no es cierto
se pueda eliminar grasa localizada practicando ejercicio. La grasa se
pierde en las zonas donde más se acumula. Otra idea errónea es que practicar
ejercicio aumenta el apetito.
Los
beneficios del ejercicio se ven con la constancia, como se ha comentado anteriormente.
Además, es más efectiva y menos lesiva la práctica regular y moderada de
ejercicio, unos 30 minutos al día, o hacer ejercicio de una intensidad media
durante una hora aproximadamente, al menos tres días a la semana.
Se
pueden practicar diversos tipos de ejercicios, solos o en grupo, al aire libre
o en instalaciones cerradas, pero lo sea cual sea la actividad física que se
realice bebe ser agradable, accesible económicamente, que se pueda realizar en
un lugar cercano a nuestra casa o trabajo, que no nos obliguen a desplazarnos
en exceso, y debe ser una actividad
física fácil de realizar.
Añadiremos
otra nota positiva y es que se ha estudiado que la práctica de ejercicio tras
alcanzar la bajada de peso ayuda a no recuperarlo.
Ya
no hay excusas para no ponerse en marcha. Cualquier excusa es buena para
empezar, por ejemplo, que el buen tiempo ya está aquí, ¿a quién no le apetece
salir a dar un paseo o a dar una vuelta en bici?
Fuentes
consultadas:
Nutrición y dietoterapia de, Krause
L.
Kathleen Mahan
Sylvia Escott- Stump
Recomendaciones mundiales sobre actividad
física para la salud.
OMS